En plena pandemia, la cantautora argentina Juana Aguirre encontró en el aislamiento un impulso creativo. Desde una casa rodeada de bosques, a las afueras de Bariloche, comenzó a grabar Anónimo, un disco que combina paisajes sonoros íntimos y una profunda reflexión sobre la soledad, la libertad y la honestidad artística.
“Fue un disco muy atravesado por el contexto. Estaba realmente en medio de un bosque, aislada, y eso quedó registrado en el sonido”, cuenta Juana.
Crear con lo que se tiene
Aguirre grabó en su propio home studio, con herramientas básicas y sin un gran despliegue técnico. “Me gusta ponerme limitaciones”, explica. “Sé muy poco de grabar, pero esa precariedad también me da libertad”. Esa misma filosofía se refleja en canciones como Automático o Las mañanas, donde incluso incorporó el sonido de una flauta dulce escolar, símbolo de una regresión emocional a su infancia.
Un acto de amor propio
En Anónimo también hay un fuerte componente emocional. “Me pareció un acto de honestidad trabajar con las herramientas que tenía”, dice Juana. “Fue un gesto de amor propio, de confiar en lo que soy capaz de hacer”.
El resultado es un disco que oscila entre la nostalgia, la calma y la fuerza interior. En sus conciertos, Aguirre traslada esa energía al público, ya sea en formato dúo o con su banda completa.
Entre el aislamiento y el mundo
Tras su paso por México, la artista prepara una gira por Europa, un paso que considera “fascinante”. “Todavía me asombra que haya gente en otros lugares que escuche mi música”, confiesa.
Con Anónimo y su versión en vivo, Juana Aguirre consolida una propuesta que une el paisaje patagónico con la emoción universal de la búsqueda personal.